CULTURA JEJE

Carta Fechada en junio de 1942, firmada por Clarice Lispector, va dirigida al presidente Getúlio Vargas, dictador del Estado Novo.
Cuando contaba con 21 años la gran Clarice Lispector (1920-1977) pidió al presidente Getúlio Vargas (1882-1954) ayuda para agilizar su solicitud de nacionalidad brasileña. Ella era ucraniana que llegó al Brasil cuando era una cría. Su petición no fue atendida. Hoy su obra literaria puede ser leída en decenas de idiomas. Es una de las mejores plumas del siglo XX. En 2011, su amigo, el poeta Lêdo Ivo (1924-2012),  me dijo: “Quizá Clarice va a ser la gran contribución de la literatura brasileña del siglo XX a la literatura universal”.
“Señor presidente Getúlio Vargas, quien le escribe es una periodista, ex redactora de la Agencia Nacional ClariceCartasBrasileiras3(Departamento de Prensa y Propaganda), actualmente trabajando en diario A Noite, académica de la Facultad de Derecho y, casualmente, rusa también. (…) Que no conoce una sola palabra en ruso pero que piensa, habla, escribe y actúa en portugués, haciendo de eso su profesión. (…) Que desea casarse con un brasileño y tener hijos brasileños. Que, si fuera obligada a volver a Rusia, allí se sentiría extranjera, sin amigos, sin profesión, sin esperanzas. (…) Como periodista, estuve en celebraciones de las grandes fechas nacionales, participé de la inauguración de innumerables obras iniciadas por Vuestra Excelencia, y hasta estuve al lado de Vuestra excelencia más de una vez, siendo la última el 1 de mayo de 1941, día del Trabajo. Si traigo a Vuestra Excelencia el resumen de mis trabajos periodísticos nos es para pedirle, como recompensa, el derecho de ser brasileña. He prestado esos servicios espontanea y naturalmente, y no podría dejarlo de ejecutar. Si hablo sobre ellos es para demostrar que soy brasileña. (…) Señor presidente. Tomo la libertad de solicitar a Vuestra Excelencia la dispensa del plazo de un año, que debe seguir mi proceso de obtención de nacionalidad, que actualmente tramita el Ministerio de Justicia, con todos los requisitos satisfechos. Podré trabajar, formarme, hacer los indispensables proyectos para el futuro, con seguridad y estabilidad. La firma de Vuestra Excelencia hará de derecho una situación de hecho. Créame, señor presidente, ella alargará mi vida. Y un día sabré probar que no la utilicé inútilmente”.






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