Pensar es algo que no se puede patear para adelante cuando uno necesita hacer algo concreto debe tener idéa de cómo hacerlo

Todo es cuestión de tiempo y de espacio. Espacios de tiempo donde existan condiciones para tener una buena idea de cómo hacer lo que hay que hacer.

Ya sea citando a Stephen King o a Carlos Marx, lo que es crucialmente evidente es el uso del tiempo y las herramientas y el espacio donde emplear ese tiempo.


«Si no tiene tiempo para leer, no tendrá el tiempo o las herramientas necesarias para escribir».Una clase magistral de Stephen King sobre el oficio de escribir. Una obra auténtica, lúcida y pragmática en la que se une la historia de su vida con el arte de la escritura.Pocas veces un libro sobre el oficio de escribir ha resultado tan clarificador, útil y revelador. Mientras escribo empieza con el relato de la asombrosa infancia de Stephen King y su extraño y temprano interés por la escritura. Una serie de vividos recuerdos de la adolescencia, de la universidad y de los años de lucha que lo llevaron a la culminación de su primera novela, Carne, aportan al lector una amena y a menudo divertida perspectiva sobre la formación del escritor. A continuación King describe las herramientas básicas del oficio y expone y ejemplifica sus muy personales opiniones sobre el secreto de la escritura.Mientras escribo culmina con el conmovedor relato de cómo su necesidad de escribir lo estimuló a conseguir recuperarse de su casi fatal accidente en el verano de 2000.Brillantemente estructurada, amena e inspiradora, esta obra resultará motivadora para todos sus lectores -fans del autor, críticos literarios, futuros escritores o estudiosos del arte de escribir-, que descubrirán además las vicisitudes del hombre que se esconde tras el famoso escritor.

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Cuando la urgencia de hacer es algo impostergable es porque pensar es relevante.

Nadie hace lo correcto sin saber cómo hacerlo y nadie sabe cómo hacerlo si no ha pensado y estudiado para hacerlo.


Para Thomas Piketty, los debates intelectuales y políticos sobre la distribución de la riqueza se han alimentado sobre todo de grandes prejuicios y de muy pocos datos. En ese campo de batalla han convergido ideas sobre la igualdad entre los ciudadanos, el derecho de laspersonas a ser retribuidas conforme a sus méritos, la confianza en que el crecimiento económico mitiga de manera natural los contrastes entre los más favorecidos y los francamente abandonados, pero la información concreta,referida a un plazo largo y a diversas geografías, no se había empleado con suficiente rigor para entender cómo se acumula el patrimonio, qué consecuencias sociales tiene ese proceso y qué pueden hacer los Estados para enfrentarlo.El lector encontrará en estas páginas un muy detallado análisis de cómo se han distribuido el ingreso y la riqueza en el mundo, desde el siglo XVIII y hasta nuestros días. A partir de una rica base de datos económicos de una veintena de países —disponible en línea para quien quiera profundizar en tal o cual asunto—y con certeras pinceladas literarias —Balzac y Austen sirven para dar ejemplos de cómo las sociedades han entendido su relación con el dinero—, Piketty hace un minucioso recorrido histórico y estadístico para identificar ciertos patrones en el proceso de acumulación del patrimonio en las principales economías. Para el investigador de la École de Economie de Paris, cada nación ha respondido de manera diferente a una ley básica del capitalismo, según la cual el rendimiento del capital suele ser superior, a veces por mucho, a la tasa de crecimiento dela economía, lo que puede estimular la concentración de la riqueza y agravar la inequidad; queda a los Estados decidir, individual o colectivamente, cómo influir en esa fuerza polarizante.El capital en el siglo XXI ha despertado animadas polémicas en prácticamente todo el orbe, en parte por reintroducir entre académicos, políticos, comentaristas y público en general la preocupación sobre las desigualdades sociales; en parte por su propuesta de establecer políticas fiscales de alcance global que moderen la disparidad — impuestos a la riqueza y a la herencia—; en parte por su visión amplia de lo que deben ser hoy las ciencias sociales, y en parte porque ofrece argumentos sólidos, frescos, para que gobiernos y sociedades combatan de manera frontal el flagelo de la desigualdad.


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